Gracias. Es la primera palabra que viene a mi mente desde que llegué a Tokio. No es que me haya empapado de la gigantesca humildad de este país gigante, o tal vez sí. Cuando estaba en el aeropuerto de Narita, con mis valijas, recién arribado de Londres lo único que vino a mi mente fue esa palabra: gracias. Tokio no es mi primera carrera internacional, de hecho es el sexto maratón de las Majors que voy a correr. Pero como nunca antes sentí esa necesidad de agradecimiento. Ese agradecimiento empezaba por personas concretas, pero era también general. Hace unos seis años yo estaba corriendo en una plaza sin tener demasiada idea de cómo era esto del maratón, ahora estaba en Japón. Mis sueños no terminan en Tokio, pero sí termina una etapa y creo que lo tuve claro desde que llegué. Tokio es la última ciudad que toda mi vida quise conocer y no conocía hasta el momento. Soñamos muchas cosas que, por diferentes motivos, no concretamos, pero el running me ha traído hasta y yo me siento agradecido. Otro sueño hecho realidad.
Llegar a Tokio significa para mí mucho más que correr. Como los viajes que más me gusta hacer, este es un viaje cultural, conectado con mi vida desde la infancia hasta la actualidad. Mi familia, mi madrina, la madrina de mi hermano y mis amigos de la infancia eran todos descendientes de japoneses. Supe más de Japón desde bebé que de lo que podría recordar. Así pasé mi infancia y mi adolescencia. Pero como adulto también crecí enamorado de su cultura, su comida y también, y profundamente, de su cine.
Y por mi infancia y por el cine crecí con imágenes de esta increíble ciudad. Conocerla fue corroborar todo y a la vez fue sorprenderme porque nada prepara a una persona para una ciudad como Tokio. Y acá estoy yo, en esa ciudad, para correr su maratón, junto con treinta y seis mil corredores de todo el mundo. Nada más cosmopolita que una Marathon Major, nada más emocionante. Tokio es la única Major que se corre en invierno, por eso es tan común ver corredores abrigados en la largada. Dicen que Tokio es diferente a todas y a juzgar por lo visto hasta ahora, así parece. La Expo Marathon es gigantesca y plagada de detalles que marcan las diferencias culturales con occidente. Pero los corredores son los mismos en todo el mundo. En el hotel convivimos los amateurs con los de elite, los rápidos, los menos rápidos, los que quieren ganar, los que quieren mejorar la marca, los que se conforman con llegar, los que completan las Six Marathon Majors -yo seré uno de ellos si todo sale bien- y los que corren un maratón Major por primera vez o directamente los que debutan en la distancia. Todo está listo, la ciudad está preparada, los corredores estamos preparados. Se viene el maratón de Tokio 2015, una carrera que ya se presenta como inolvidable. Gracias a que un día empecé a correr, hoy llegué a esta ciudad fuera de serie. Gracias.