Soy un amateur más en el mundo del running. No lo digo con falsa modestia, soy literalmente un amateur más, como casi todos los que corremos hoy en día. Alguien que se enamoró del running hace unos años y cada día que pasa siente que ese amor crece. Amo el maratón con todo mi corazón. Esos 42 Km 195 mts son una verdadera pasión para mí. La apoteosis de todo el running que disfruto a diario. Quisiera sentir que soy un maratonista, espero ser digno de tal nombre. Corrí mi primer maratón en el 2009 y quisiera correr maratones para siempre. Debuté en Buenos Aires cometiendo todos los errores posibles y sin embargo fui inmensamente feliz con esa forma torpe y pobre con la cual logré terminar mi primer maratón. Luego repetí la experiencia un año más tarde con mucha más dignidad. Concretaba mi revancha, fui por todo. En el 2011 corrí mi primera Major. Mi primer World Marathon Major: Nueva York. Lo gracioso es que mi tercer maratón no era parte de ningún plan, simplemente era correr un maratón en una ciudad increíble. Ni sabía lo que era una Major, ni cuantas eran. En esa época aun eran cinco, pero yo no tenía idea. Luego vino Chicago y llegaron dos cosas al mismo tiempo: Mi primer sub 3 y mi deseo de completar las Majors. El sub 3 fue una sorpresa. Al 03:07:55 de Nueva York (y 03:05:06 de Rosario entre ambas) le siguió un precioso 02:59:44 en la ciudad del viento. Aun hoy se me pone la piel de gallina de solo recordar ese viaje y aquel kilómetro final.
Una vez que volví de Chicago lo hice con el plan de completar las cinco Majors. Londres, Berlín y Boston se volvieron mi objetivo. Londres y Boston se superponían, así que iba a tener que esperar hasta el 2014 para terminar este objetivo. Nuevamente: soy un corredor amateur, un aficionado más. A medida que pasaron los años fue cambiando mi vínculo con el running, pero fueron las Majors las que me enamoraron del maratón de forma total y definitiva. No hay nada como las Majors, al menos yo no he visto nada igual. Londres y Berlín fueron las elegidas para el 2013. Un plan ambicioso desde todo punto de vista. Nueva York fue un gran viaje con amigos, como también lo fue Berlín. Londres tuvo también una amiga corriendo, pero sobre todas las cosas, fue un viaje con mi papá. Más motivos de emoción, más motivos para recordar. En Londres las cosas no salieron como las planeé y me conformé con un 03:03:16, nada mal tampoco. Calor y un circuito complicado fueron un poco mis excusas. En Berlín me recuperé y bajé mi marca con otro sub 3. 02:58:36 fue la marca. Un sub 3 cómodo, en un circuito famoso por ser el favorito de los récords mundiales. Solo quedaba Boston. ¿Sólo quedaba Boston? Ya no, porque hubo una sorpresa: Las cinco Majors se convirtieron en seis. Bienvenida Tokio al club.
Para Boston hay que calificar y con mis tiempos en Chicago y Berlín, yo califiqué. El maratón más tradicional del mundo es también uno de los más difíciles. Como en Chicago, emprendí ese viaje en total soledad. La experiencia no podría haber salido mejor. Enfrenté a la famosa colina rompe corazones y terminé con una nueva marca de 02:57:17. Las cinco estaban terminadas, pero Las Six World Marathon Majors pedían un viaje más, el más lejano, el más inolvidable: Tokio 2015. Mi décima maratón. En febrero llegué a la ciudad con amigos y me enfrenté, con emoción y mucha tensión, al desafío final para terminar el sexteto más codiciado. Quería mentalizarme con que no me importaba bajar el tiempo, que lo importante era llenar el carnet de las Majors. Pero todo salió bien, más que bien, y con enorme motivación y poniendo todo lo que tenía, bajé una vez más mi tiempo, mucho más de lo esperado. El tiempo final fue de 02:54:24. No podía ser más feliz el final de este enorme plan. Empecé en noviembre del 2011 y terminé en febrero del 2015. Bastante rápido, más aun para alguien que vive tan lejos de todas las carreras que conforman las Majors.
Toda esta recapitulación es porque esta semana me llegó un mail oficial de Abbott World Marathon Majors con el certificado de haber completado las seis carreras. A ese mail le acompañará en unos días un diploma que envían por correo. Las seis estrellas que encabezan el diploma, con cada tiempo, con cada logo, con cada fecha, con cada firma del director de la carrera. Cada persona tiene cosas que le producen genuino orgullo. Yo he hecho diferentes cosas en mi vida, pero este simple diploma significa para mi uno de los logros que más he disfrutado. Seis maratones y seis viajes significa mucho más. Son historias, son lágrimas, risas, sudor e incluso sí, sangre. Corrí por los lugares más insólitos preparando esas carreras. Entrené en diferentes ciudades y paisajes, hice fondos que no olvidaré jamás. Me costó llegar al objetivo. Lloré frente al diploma y lo compartí en Facebook y en Twitter como lo hago acá con los lectores. Lloré porque ha sido un viaje inolvidable y ha sido algo fuera de serie. Estoy orgulloso de mis marcas, muy orgulloso, pero no se ganan con velocidad estas seis medallas, se ganan con constancia, con insistencia, con mantener siempre viva la llama y no bajar los brazos. No he sido el primer argentino en completar las Majors, pero sí estoy entre los primeros. Muchos me preguntan cuál es mi siguiente objetivo. Mi objetivo es seguir bajando los tiempos y seguir viajando para correr, por todo el mundo. Ojalá el maratón de Buenos Aires y los demás maratones de Argentina sigan mejorando para poder ser una opción más. Maratones en el planeta no faltan, hay cientos. Y por supuesto se pueden repetir las Majors, que son las seis perfectas. Una secreta esperanza: Que tal vez en el futuro las seis sean siete, y que otro diploma llegué a la puerta de mi casa luego de que mis pies atraviesan la línea de llegada. Larga vida al maratón, la carrera más hermosa que existe.