Corrí mi primer maratón en el año 2009. Fue en Buenos Aires. Hice algunas cosas bien pero en casi todo fallé en aquel inolvidable debut. Mi tiempo fue desastroso. Pero no por lo que tardé, sino por como lo repartí. Un arranque veloz, demasiado, y luego la noche del los últimos ocho kilómetros que por suerte jamás olvidé. Terminé feliz, a pesar de eso, porque siempre es hermoso cruzar la línea de llegada en el maratón. En el 2010 comencé a hacer las cosas bien y los tiempos mejoraron. En el 2011, corrí en Nueva York mi primer maratón internacional y fue una fiesta. Tanto que en el 2012 empecé a correr dos maratones por año. Repetí la experiencia en el 2013 y en el 2014. Los tiempos siguieron mejorando y sin ser un atleta de elite, me llenan de orgullo mis marcas. Como le tienen que llenar de orgullo las marcas a cualquiera que de lo mejor en cada maratón. Además de correr dos maratones al año, también disfruto el Cruce de Los Andes. Lo hice cinco años seguidos y espero volver el año que viene. Pero en el 2015 falté a esa cita porque mi plan era otro: Correr la última de las Six World Marathon Majors que me faltaba para tener el diploma completo y las seis medallas. La última era Tokio y allí me dirigí en febrero del 2015. Para poder hacerlo, tuve que faltar al Cruce de Los Andes. Sin el Cruce y con un calendario liberado, consulté desde fines del 2014 con mi entrenador Marcelo Perotti si podía intentar hacer tres maratones en un año. No tres maratones para pasear o para hacer a media o tres cuartos de máquina, sino tres maratones entrenadas y corridas en serio. Con el sí de mi entrenador y siguiendo estrictamente la dieta y los consejos de mi nutricionista Laura Balestra, planifiqué el fuerte desafío de hacer tres maratones en un año. No es un plan fácil, nunca lo fue, debido al limitado calendario de maratones que hay en Argentina y Sudamérica. Las fechas no ayudan para poder correr tres maratones acá correctamente separadas. Así que la prioridad era Tokio en febrero y luego había que buscarle dos compañeras de trío. Todo salió bien en Tokio, donde completé las Majors y logré mi mejor marca en maratón: 02:54:24 (sé que busco cualquier excusa para decirlo, sepan disculpar, es que me hace muy feliz ese tiempo). ¿Qué correr después? Maratones hay cientos, pero el calendario no es la única limitación, también está el dinero. El maratón número dos entonces fue Río De Janeiro, en julio. La distancia entre ambas maratones era razonable. Pero Río es todo lo contrario a Tokio, es un circuito duro, caluroso, húmedo, con cuestas. Pero sigue siendo un maratón y el paisaje de inolvidable. 03:02:54 fue mi marca. No hubo sub tres esta vez, mi cuenta de sub tres sigue en 5 maratones, no pude sumar una sexta. Lo difícil era elegir el maratón número tres. Difícil por los motivos ya mencionados, más el cansancio acumulado. Finalmente el destino ha querido que el maratón número tres de mi 2015 sea nada menos que el maratón más famoso del mundo: El maratón de Nueva York. Luego de cuatro años volveré a correr esa carrera inolvidable. En el 2011 mi tiempo fue de 03:07:55. El primero de noviembre intentaré bajar esa marca y, si todo sale bien, bajar también las tres horas. Este texto que están leyendo es el primero de muchos que escribiré alrededor de los meses de entrenamiento previos al desafío. Ya estoy entrenando rumbo a los 42 Km 195 mts de La gran manzana. Sé que debo ser riguroso, prudente y constante con mi rutina. Que sin un entrenador como el que tengo y sin una nutricionista, las cosas no serían fáciles, incluso hasta serían algo peligrosas. Pero entrenar bien, comer bien y descansar bien, serán los pilares para este desafío que empecé no este año, sino varios años atrás. Tres es mi límite y solo por este año, el año que viene volveré a dos. Tres ciudades, tres maratones. Espero me sigan en esta historia.