No es ni una rareza ni un acto insólito que los corredores terminemos el año participando de una carrera. Aunque no siempre es fácil encontrar una carrera en los últimos días o en el último día del año, muchos corredores queremos cerrar nuestro calendario lo más cerca posible del 31 de diciembre. Tal vez como símbolo o como renovación de votos de amor por el running.
Las vacaciones no son una excepción a esto. El año pasado yo había encontrado una carrera el 30 de diciembre en Peñaflor, en las afuera de Santiago de Chile y mis vacaciones incluyeron la experiencia de compartir un 10 Km con corredores de la zona. En Buenos Aires, en Brasil, en España, miles de corredores van por San Silvestre u otras carreras emblemáticas del 31 de diciembre. En Rio Cuarto, para ir más al extremo, se corre una carrera que empieza en los últimos minutos del año y termina en el siguiente.
Mi plan 2015 era correr por tercera vez la Tadworth 10, una carrera de 10 millas en las afueras de Londres que se corre el primer fin de semana del año. Más exactamente en Tattemham Corner. Armé mis vacaciones para volver a Buenos Aires al otro día de mi carrera. Pero mi amiga Demi, que vive en Inglaterra, me propuso una carrera el mismísimo 31 de diciembre. La Flitch Way New Years Eve Marathon. Sí, un 42K de trail en Braintree, Essex, más o menos a una hora de Londres.
42 Km no es una distancia para tomarse a la ligera. De hecho, para mí 42 Km es la distancia sagrada, el mismísimo maratón. En el trail la cuestión puede ser un poco más relajada aun siendo tremenda distancia. Aun así, siendo una carrera fuera de calendario para mí, tuve que pensarla con mucha prudencia. Ya me había anotado en el Cruce Tandilia 2016 para diez días más tarde en Tandil, Argentina, así que debía tener en cuenta eso.
Un par de días antes en Londres yo aun no había decidido del todo si iba a correr junto con Demi o si intentaría ir más adelante y juntos tratábamos de decidir que era lo mejor. El motivo era doble: por un lado si la idea era divertirse corriendo con amigos, lo mejor era salir juntos. ¿O por qué otro motivo yo terminaba anotado en esta carrera? Pero el segundo motivo era más importante: Demi y yo hicimos dos cruces de Los Andes y en febrero 2016 estamos anotados para correr un tercero. Una agenda completa, como pueden ver. Pero el día 30, ya en la casa de ella, decidí que el sentido común y la prudencia indicaban que debíamos correr juntos, al menos empezar juntos la carrera. Así que mientras comíamos las pastas de rigor ya nos poníamos en la cabeza el desafío de los 42 Km.
El día previo llovió mucho. Así que el prometido recorrido con barro que los organizadores anunciaban, parecía confirmarse. Diciembre del 2015 no fue muy frío para Inglaterra, así que un pantalón corto y una remera iban a ser suficientes para buena parte de los corredores. Mucho sol acompañó desde temprano la jornada, lo que hizo más fácil todo.
La Flitch Way Marathon New Year´s Eve es una carrera pequeña y amable. Y es una carrera que tiene una gemela el día 1ro de enero. Los corredores pueden elegir una u otra o las dos. Los corredores, con un promedio de edad de alrededor de 40 años, se juntaron relajadamente en la base del club, donde había una cafetería y vestuarios. Los organizadores decían que había facilidades para bañarse y demás, pero aclaraban (con típico humor inglés) “no esperen el hotel Ritz”. Aun así, era muy cómodo el lugar.
Salimos al campo y el director de la carrera, el simpático Lindley Chambers, nos contó cómo sería. Nos habló de tres puestos de abastecimiento, de algunos tips para no perdernos, y del final de la carrera, que era subiendo unos metros por una loma hasta tocar un monumento. Muy relajado todo, al estilo de las carreras de pueblo en Inglaterra. Nada de arco inflable ni música electrónica. El silencio del campo y una chicharra para empezar. La salida era subiendo un puente, para que se sienta el rigor al comienzo.
La carrera, de rigurosos 42 Km, era ida y vuelta, algo que en el trail puede ser muy divertido, ya que el cambio de punto de vista nos presenta un paisaje completamente distinto. El barrio prometido estuvo presente, en gran parte del recorrido, que era bastante plano y agradable. Salimos con Demi y con Janos, un corredor húngaro radicado en el Reino Unido y compañero de entrenamiento de Demi. Detengámonos un segundo acá. Repasemos: 31 de diciembre, Braintree, Essex. Demi, Janos y Santiago corriendo juntos un maratón de trail. ¿No es maravilloso el running? No sé cuántos argentinos, húngaros e ingleses compartieron charlando un maratón pequeño en un pueblo, pero sin duda es una de las cosas maravillosas del mundo del running.
El primer puesto de hidratación y avituallamiento estaba en el kilómetro 10 (el mismo puesto del kilómetro 30) y era muy completo. Un equipo de gente estaba listo para ayudar a los corredores en lo que necesitaran. Yo no corría con mochila, solo con un cinturón Nike con dos botellas que había comprado unos días antes. Unas gomitas de Gatorade y una barra de cereal completaban mi kit. Como veníamos relajados, paramos sin apuro a comer algo (fruta en mi caso) y tomar un poco más de agua.
Sin ir nunca despacio, seguimos nuestra marcha entre charla, senderos y algún que otro puente. La marcación necesaria era mínima, pero aun así había que estar atentos. Había que cruzar dos calles a la ida y a la vuelta y no había corte alguno (siendo menos de 250 corredores no tiene sentido) pero tampoco hubo problemas. Al llegar al kilómetro 21 había un puesto con muchas cosas para comer, gente controlando que estuviéramos bien y alguien anotando los números de los corredores. Para ese entonces Demi había sumado a otra corredora al grupo. Decidimos separarnos a la vuelta y con y con Janos regresar más rápido. Demi y su nueva amiga volverían un poco más atrás. Hay que decir que cuando nos acercábamos a ese puesto podíamos ver a los corredores que regresaban, incluyendo al ganador de la prueba, que la completaría en 02:51. Un tiempazo.
La segunda mitad no fue fácil. Si bien con Janos nos sentíamos cómodos por haber ido un poco más despacio en la primera mitad, tampoco es que no se sentían los kilómetros. Toda carrera es una oportunidad para aprender. Y aquí pude ensayar el correr más lento la primera mitad de un maratón. Con Janos también charlábamos a la vez que acelerábamos. Debo decir que me salvó dos veces de perderme. En dos lugares donde había una mínima posibilidad de confundirse, yo me iba a confundir cuando él me avisó, ambas veces, que me estaba desviando. No sé si me hubiera perdido, pero sí hubiera perdido tiempo. Cuando ya nos acercábamos al muro, yo seguí acelerando y él fue quedando atrás. Casi no había corredores.
Mi entrenador siempre me dice que uno de los beneficios de correr de menor a mayor es que uno se siente fuerte y al pasar corredores se motiva. Uno por uno fui descubriendo corredores y los fui pasando. No hablamos de muchos, pero sí uno cada kilómetro, lo que me mantenía concentrado y motivado. Antes ya me había cruzado con otros corredores que aun iban hacia el 21. La carrera era bastante plana, pero los puentes, el barro y una suave subida a la vuelta la complicaban un poco.
Yo sentía el rigor de la carrera y pasé varios corredores que ya no podían más. Si no hubiera sido conservador al comienzo, tal vez yo también hubiera sufrido ese final. Claramente era hacia arriba el último tramo de la carrera. Aparecían algunos espectadores alentando y ya no quedaba nada. Realmente muy lindo era el recorrido, con esos senderos rodeados de árboles, viejos puentes de piedra a los que pasábamos por debajo, paisajes bellos. Ya no quedaba casi nada y trataba de mantenerme fuerte. Todos los corredores durante toda la carrera tenían una palabra de aliento para sus compañeros. Todo fue muy amable, en todo sentido.
Y al pasar el último puente (el del comienzo) una alegría se apoderó de mí. Estaba terminando de correr 42 Km, nada menos. El final de la carrera era una loma muy linda pero dura para estar al final. Aun así, la motivación y la alegría hicieron el resto. Subí, toqué el monumento y recibí el aplauso de todos los que estaban allá arriba. El organizador me dio la mano y la medalla, que imitaba en su diseño a un boleto de tren marcado. El viaje había terminado. También me dieron a elegir entre una mochila y una remera (mi dorsal tenía mi talle marcado) y elegí esta última. El viento hacía que se sintiera el fresco, pero desde ahí arriba se podía ver todo el último tramo de la carrera. Esperé a Janos y luego esperamos a Demi y su amiga. Todos felices, más allá del frío que ahora se sentía.
Mi tiempo fue de 03:26: 29, lo que me resultó más que satisfactorio. Corrí con mi amiga e hice nuevos amigos. El clima era de gran camaradería. Embarrado y feliz, como buen corredor de trail, despidiendo el año como todo runner del alma disfruta: corriendo. Así terminó el 2015 y no puedo imaginar mejor recuerdo para cerrar un año, cualquier año. Busquen pequeñas carreras, muchas veces suelen ser realmente grandes.