Jesse Owens es una de las máximas figuras de los Juegos Olímpicos de todos los tiempos. Con el aumento que ha despertado el atletismo a través del running en todo el mundo y con el crecimiento de las películas biográficas como pocas veces se ha visto, la combinación entre ambas cosas tenía que darse. Las películas sobre corredores han dado y seguirán dando material para el cine. Pero no se trata solo de logros deportivos. El interés en contar historias de corredores suele girar en torno a lo que rodeó a su vida deportiva. En el caso del extraordinario Jesse Owens, el tema tiene muchos elementos de interés. Por un lado sus apabullantes récords que vivirán por siempre en la historia grande del atletismo mundial, por otro lado los Juegos Olímpicos en los que más brilló, nada menos que los polémicos Juegos de Berlín 1936, y finalmente el difícil crecimiento que tuvo en Estados Unidos, su país, primero por venir de la clase baja y segundo por el racismo del que fue víctima.
Jesse Owens nació en Alabama en el año 1913. Pocos años más tarde su familia se vió obligada a irse de ese estado por el racismo que sufrían los negros en aquella época. Peleó por avanzar en la vida y su talento para correr fue finalmente descubierto en la escuela secundaria y luego explotó en la Universidad. Pero sus logros definitivos fueron en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Adolf Hitler en el palco de honor, todo el poderío creciente de la Alemania nazi queriéndole mostrar al mundo su grandeza, unos Juegos polémicos en los cuales la decisión de participar era avalar un horror que ya había comenzado a mostrar sus dientes. Pero el sueño de la superioridad aria se vio empañado por la grandeza del atleta negro nacido en Alabama. Cuatro medallas doradas logró Owens en esos Juegos, 100 mts, 200 mts, salto en largo y postas de 4×100.
La película, dirigida por Stephen Hopkins, cuenta algunos elementos de la vida de Owens, pero se centra en el camino a los Juegos Olímpicos del 36 y toda la trama interna detrás de ellos. Las peleas en Estados Unidos, los intereses creados, la trama política y hasta las discusiones dentro de la propia Alemania entre Joseph Goebbels y la cineasta oficial Leni Riefenstahl. También deja un pequeño espacio para contar como fue el regreso a Estados Unidos e incluye, claro y contar en el epílogo que fue de la vida de todos los participantes principales de la historia.
Aunque mucha de las cosas que cuenta el film aun son objeto de discusión, la película se juega por algunas de las historias que se han contado y se atreve también a dar cuenta de otros elementos hoy olvidados, como el motivo por el cual Owens corre los 4×100, por ejemplo. Aunque la película no sea particularmente original ni tengo un brillo cinematográfico que la convierta en un título memorable, la historia está contada con la suficiente habilidad como para enganchar a los espectadores. Quien no conozca la vida de Jesse Owens sin duda se sentirá muchísimo más sorprendido. Tampoco falta la emoción, porque la que proporciona el deporte se combina con las injusticias sociales de la época y moviliza aun más al ver a alguien que luchó desde pequeño llegar hasta la cima en un entorno claramente hostil.
También deslumbra como la tecnología permite que estemos viendo los mismísimos Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Inobjetable como se ha logrado que todo se vea tan real. También es muy interesante ver como se corría en 1936. Como era la pista –mucho más lenta que la actual- y como era el calzado que usaban los corredores. No falta tampoco la presencia de muchos nombres muy importantes del deporte, no solo deportistas, sino también fabricantes de calzado. En este último caso obviamente hablamos de Adi Dassler.
La película logra su objetivo, reconstruye la historia de una manera que asombra y conmueve. Visualmente es muy impactante. El título Race refiere tanto a carrera como raza, por supuesto, y con una sola palabra logra combinar todo lo que tiene para contar. Tan solo algún subrayado en algunas actuaciones (particularmente Goebbels, caricaturizado al punto de volverlo poco creíble) le quite puntos a la película. Pero por otro lado para el cinéfilo ver a Leni Riefenstahl como personaje a su vez suma muchísimo. La película capta muy bien la personalidad de la cineasta. Un detalle es que no se trata de un film de Estados Unidos, aun cuando gran parte de su equipo lo sea. Es una coproducción entre Canadá y Alemania.
Ver la película en un preestreno en el BFI (British Film Institute) fue un honor, y tuvo una emoción extra porque la apertura de un ciclo sobre héroes de la cultura africana. Con lo cual se pudo también entender de forma más completa lo que significa la historia de Owens. Pero el detalle extra realmente memorable fue que al final de la película se hizo una charla vía Skype con Tommie Smith, ganador de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1968 en México. Smith ganó los 200 mts y tanto él como su compatriota John Carlos al subir al podio subieron su brazo con el puño cerrado, ambos usando un guante negro. Este saludo de Poder negro fue uno de los eventos más importantes y polémicos a nivel político en toda la historias de Juegos Olímpicos de la era moderna. Smith charló con la gente acerca de la película, el atletismo olímpico y el racismo. Fue una gran charla.
Luego de tener toda la carga de haber visto la historia de Owens, escuchar a otro gran atleta, medallista olímpico, parte fundamental de la historia del siglo XX y víctima también del racismo, fue algo que jamás olvidaré. Owens y Smith juntos, el atletismo, el cine y la historia en una misma noche. Si aman correr no pueden perderse Race, y lo mismo vale si les interesan los grandes momentos de la historia.