El maratón de Nueva York es el maratón más importante en lo que a fama y popularidad se refiere. Para hacer marcas no tiene el mejor circuito y en comparación con Chicago o Boston, claramente está unos pasos atrás. Pero nadie podrá obviar que es una carrera que todo maratonista alguna vez tiene que correr. Yo la corrí dos veces y sé que en algún momento lo haré nuevamente. Muchos argentinos la han corrido muchas veces y algunos de los más de trescientos que forman parte año tras año son verdaderos fans de esta carrera. Conozco corredores de Argentina que la han corrido más de diez veces. Esa pasión despierta. Pasión compartida con la que produce también la ciudad, por supuesto. El combo ciudad más maratón es perfecto.
Desde Staten Island hasta el mismísimo Central Park, el maratón de Nueva York es el ejemplo perfecto de una ciudad que tiene un maratón que es su orgullo y a la vez un homenaje a la ciudad misma. Staten Island, Brooklyn, Queens, Bronx y Manhattan, el maratón se encarga de pasearnos por la ciudad y cada barrio hace lo posible para destacarse y ser el mejor anfitrión. Una fiesta descomunal, un público como no hay otro, una intensidad que no se compara. La palabra espectacular es la que mejor define a la carrera. El deseo de participar que tienen corredores de todo el mundo es tan grande que el sorteo se vuelve cada vez más parecido a ganarse un premio que a obtener un cupo. También se puede clasificar y también se puede ir por agencia de turismo, esta última opción es elegida por la mayoría de los argentinos que participan. También hay que decir que muchos corredores de todo el planeta tienen a Nueva York como el único maratón que correrán en sus vidas. Como ya dijimos, algunos puede que vuelvan a correr la distancia, pero siempre en la misma ciudad.
Como suele pasar en Estados Unidos (y no en Europa, y mucho menos en Sudamérica) colgar la medalla del cuello durante las siguientes cuarenta y ocho horas de terminada la carrera es un honor que es saludado por todas las personas en la ciudad. Lo mismo pasa en Chicago y Boston. Pero la mejor forma de resumirlo es: imaginen el maratón de Nueva York. Es como la ciudad, tan simple como eso. El maratón de Nueva York comenzó en 1970. Ciento veintisiete hombres y una mujer lo corrieron dando vueltas dentro del Central Park. Solo cincuenta y cinco hombres lo completaron. En 1976 la carrera dio el gran salto y pasó a la ciudad, lo que la hizo crecer año tras año. Es más, el crecimiento de este maratón provocó, y sigue provocando, el crecimiento de otros maratones en el mundo. Todas las ciudades sueñan con su propio maratón. Cincuenta y cinco mil corredores y doce mil voluntarios son parte de este enorme evento que convoca a dos millones de espectadores en las calles de la ciudad.
Las historias alrededor de esta carrera son inagotables, todo lo que pueden imaginar y lo que jamás creerían posibles. Muchos corredores participan aunque no sea su objetivo principal en el año porque no quieren perderse la fiesta. La ciudad y el maratón han tenido un romance que solo tuvo una interrupción en el 2012 cuando las consecuencias del huracán Sandy provocaron una suspensión lógica pero de último momento que generó cortocircuitos entre la ciudad, la carrera y los corredores. Pero eso quedó atrás, Nueva York ya ha vuelto a sus mejores días.
La expo maratón, como suele ser en estas grandes carreras, es enorme, espectacular, maravillosa, es el prólogo para lo que vendrá. No vayan apurados y nerviosos, prepárense para disfrutar este momento también. Si puede visitar la zona de llegada en el Central Park, también pueden hacerlo, es algo hermoso. Varios eventos rodean a la carrera, incluyendo un desfile de delegaciones, tomen nota, vean, decidan si quieren ir, pero estudien bien lo que ofrece la ciudad y la carrera. Al otro día de la carrera pueden ir y grabar su tiempo en la medalla, por ejemplo. Y hay otra expo, pero esta vez de finishers.
La largada es en el puente Verrazano-Narrows. Suena New York, New York, interpretado por Frank Sinatra y la primera de las tandas sale de tres puntos diferentes para un comienzo con todo. A no desesperar por el arranque lento, porque todo lo que sube tiene que bajar, y la bajada hace que recuperemos el ritmo y aceleremos. Nada de locuras, a no pasarse en ese comienzo. No hay carrera con una altimetría más detallada, la pueden encontrar en internet y estudiarla. Hay varios puentes, hay momentos complicados, pero también hay dos millones y medio de personas alentando en las calles. Memorable. Cada barrio quiere ser el mejor, todos alientan. Se disfruta y mucho. Lleven una remera que los identifique claramente, su país, su nombre, su apodo, lo que quieran que la gente reconozca lo deben llevar en la remera. El aliento los ayudará.
La llegada es de otro planeta. Se van a sentir el centro del show, y está bien que así sea porque lo son, lo somos. Los maratonistas somos venerados, el esfuerzo es valorado, la gente nos lleva hasta la llegada con su aliento. El último contacto con el público masivo, en Columbus Circle, es digno de un festival de rock, la multitud es algo impresionante. En los momentos claves de la carrera el aliento es fuerte, nada es dejado al azar. Y luego queda menos de un kilómetro y todo es una fiesta. Corrí en el 2011 y en el 2015. Ambas experiencias fueron memorables y me emociono aun hoy cuando lo recuerdo. ¡Qué hermoso maratón es Nueva York! Si aman correr esa distancia, ya saben que por lo menos una vez tienen que darse una vuelta por esta, la más famosa de las carreras, el más popular de los maratones.