Una de las historias más interesantes que se vieron en el Mundial de atletismo de Londres 2017 fue la de los atletas refugiados. Se trata de atletas que por conflictos en sus países de origen no pueden representar a su nación y llevar su bandera en la competencia. Por primera vez, en este mundial, atletas refugiados tuvieron la chance de poder competir a pesar del conflicto que sufren con respecto a su patria. Huyeron de su país para poder salvar sus vidas y llegaron a Londres con la oportunidad de participar de aquello que para lo que han preparado desde hace años, el atletismo.
Ya en los Juegos Olímpicos de Rio de de Janeiro 2016 tuvieron la oportunidad de competir, y en Londres 2017 se le agregó la chance en un Mundial. No viven en sus países y su entrenamiento lo hicieron en Nairobi, capital de Kenia. Estos cinco atletas provienen de diferentes naciones y diferentes historias. “Sin hogar, sin bandera y sin himno”, así llegaron a Londres para enfrentarse de igual a igual con los demás atletas. Cinco fueron los atletas en esta condición. Hay que decir que todos clasificaron para el Mundial según los tiempos estipulado por la IAAF.
Los cinco atletas que conformaron el equipo fueron: Ahmed Bashir Farah, veinte años, nacido en Somalia, compitiendo en 800 mts; Angelina Nadi, veintitrés años, Sudán del sur, 1500 mts.; Dominic Lokinyomo Lobalu, dieciocho, Sudán del sur, 1500 mts.; Rose Nathike Lokonyen, veintidós años, Sudán del sur, 800 mts. y finalmente Kadar Omar Abdullahi, veintiún años, Etiopía, 5000 mts.
Entrenados en Kenia, este equipo fue reunido en febrero luego de una serie de tests realizados por la Fundación Tegla Loroupe, creada por la famosa atleta keniata, y que les ha permitido prepararse para este Mundial. Dos de los atletas, Angelina y Rose, ya compitieron en Río 2016, y han concentrado desde entonces la atención de los aficionados. Más allá de no haber obtenido medallas en Londres 2017, su presencia fue festejada por el público en cada una de sus apariciones. El espíritu de unión y paz que ha caracterizado a las competencias de atletismo es lo que se ha querido también rescatar con la formación de este equipo. Compiten en nombre de todos los refugiados del mundo, llamando la atención sobre este grave conflicto.
El Equipo Refugiados ha entrenado junto al equipo nacional de Kenia, entre quienes se destaca el campeón olímpico de 800 metros y récord mundial, David Rudisha. Lamentablemente Rudisha no pude estar en Londres por un problema muscular, pero todos los del equipo de refugiados (ART) se sintieron motivados y felices de poder medirse con atletas de primer nivel mundial.
“Mi meta es correr con Mo Farah”, dijo Kadar Omar, el atleta etíope antes del Mundial. Y su sueño se hizo realidad. Se lo pudo ver en la llegada saludando a quien es su ídolo y una enorme inspiración en el presente como en el futuro. Para algunos de estos atletas esta ha sido la mayor competencia a la que se han enfrentado y, seamos claros, este ha sido el más grande mundial de atletismo que se haya hecho, con un estadio lleno en todas las jornadas y, más aun, cuando competía el máximo atleta británico, sir Mo Farah. El apoyo del público debe haber sido también para ellos un incentivo de cara al futuro para estos atletas que han tenido que sufrir tanto y que encuentran hoy una nueva oportunidad. Recordemos, sin buscar tanto en la historia, que el propio Mo Farah es un refugiado de Somalia, aun cuando se fue de su país de nacimiento a los nueve años, antes de dedicarse al atletismo. Mo Farah, hoy ciudadano británico, es uno de los más grandes atletas del mundo.