Corrí el maratón de Londres en el 2013. Siendo esta una ciudad que me fascina y siendo el maratón mi carrera favorita, la combinación de ambas fue inolvidable. La corrí por ese motivo y como parte del objetivo de completar las seis World Marathon Majors (Londres fue la tercera que corrí). Pero además de lo mencionado la carrera tuvo un elemento extra: viajé con mi padre. Si la vida les da la oportunidad de ir a los maratones con alguien cercano, o con amigos, no duden en hacerlo, le dará un aditamento extra a la experiencia. También había amigos que corrían, que estaban de viaje o una gran compañera de carreras que es de Londres. El maratón 2013 estuvo marcado por varios elementos inusuales. Seis días antes Boston había sufrido un atentado que costó la vida de tres personas y dejó cientos de heridos. Todos corrimos con una cinta negra en nuestras remeras. El minuto de silencio previo a la largada fue un momento particularmente movilizador. Al estar en las afueras de la ciudad, el silencio fue absoluto. La largada fue ordenada, aunque no tanto como en otras carreras, sin embargo se respeta mucho el tiempo de cada uno en la salida. La carrera arrancó con una buena temperatura pero el clima estaba algo pesado para correr, algo que sin duda afecta a muchos corredores. El circuito tiene muchas curvas, subidas y bajadas suaves y al comienzo siempre es más complicado abrirse paso por esos pasos angostos. En mi experiencia, cuanto más se corren maratones y más desea uno mejorar los tiempos, más difícil es observar el alrededor. Aun así, hay grandes momentos imposibles de no ver. El público, eso sí, fue de los más cálidos y generosos que me ha tocado conocer en carreras. Apasionados, amables, alegres, un público ideal, algo que alguna vez espero podamos tener en Argentina. La entrada a la ciudad propiamente dicha es sublime. Cruzar el Tower Bridge lleno de gente alentando me llenó los ojos de lágrimas. El final de la carrera pasando por el Big Ben y llegando al Palacio de Buckingham es abrumador. Quedé satisfecho con un tiempo de 03:03:16, no tan lejos de mi sub tres horas de Chicago o el 02:58:36 que haría en Berlín ese mismo año. Tampoco pudo el poseedor del récord del circuito bajar su marca y quedó segundo. Y finalmente emoción de ver a mis amigos y a mi padre alentándome es algo que cualquier maratonista sabrá valorar tanto como yo.
(El relato completo de esta carrera será publicado en mi próximo libro)