Un día antes de Patagonia Run se realizó la conferencia de prensa con los atletas de elite, los organizadores y una figura que dio mucho que hablar ante, durante y después de la carrera. Se trató del ultramatonista Miguel Manríquez. Miguel es una persona humilde, que ya ha pasado los cincuenta años y se disponía, al otro día de la conferencia, a correr por primera vez los 110 Km desafiantes de la carrera, sin duda una empresa para pocos. Como muchos ya saben, Miguel Manríquez es ciego. Este corredor perdió un ojo a los nueve años, cuando vivía en una chacra con sus abuelos. Su vida siguió adelante hasta que a los cuarenta y cuatro años, trabajando, un accidente lo hizo perder su otro ojo. El mismo contaba que jamás tuvo otro accidente o problema, ni siquiera un hueso roto o una operación, solo sus dos ojos, sus únicos dos accidentes.
Como ha pasado con otros atletas, fue su propia familia la que lo sacó adelante luego de la depresión en la que se vio sumido por semejante situación. Su hija, a la que no le importaba si su padre podía ver o no, simplemente quería pasear con él. Ella fue, según palabras del propio Miguel, su primer guía, cuando caminaban juntos de la mano. Una cosa llevó a la otra y poco tiempo después se encontró anotado en una carrera y allí comenzó su camino en el trail run, llegando a la ultramaratón.
Miguel Manríquez hizo lo que todo corredor serio y con sentido común debe hacer. Empezó con distancias muy cortas. En el 2013 se anotó y completó la modalidad de 10 Km en Patagonia Run. No conforme con ese logro, y viendo que le había salido bien, al año siguiente hizo los 21Km, y en el año 2018 se animó, con éxito, a los 70Km. En la conferencia de prensa anunciaba que iba a ir, con su guía, a correr 110 Km. Un desafío gigantesco para el guía, Cristian Barreiro, dicho sea de paso. Pero imaginemos por un segundo –si acaso podemos- lo que es correr por la montaña, por los más variados terrenos, durante más de veinticuatro horas, desafiando al tiempo, a los cambios de temperatura y clima, atravesando paso a paso todos esos picos, esas bajadas, esos detalles técnicos de una carrera de altísima complejidad.
Todos aplaudían y festejaban a Manríquez, que realmente nos conmovió a los presentes en la conferencia así también como a todos los presentes en la carrera. Manríquez, además, corrió por una causa solidaria. Su desafío es, además del deporte, por Puentes de Luz, la organización civil sin fines de lucro creada en 2006 en San Martín de los Andes que promueve el proyecto “Casatuya”, un espacio que busca darles un hogar propio a las personas con discapacidad que se encuentran solas –que ya no tienen quienes las acompañen en la vida- y necesitan ejercer su autonomía.
Cruzó la meta a las 23:00:27, culminando en el puesto 294 entre 395 hombres y 368 entre 550 inscriptos. Abrazos, emoción, y aplausos. Todos conmovidos. No es fácil correr en la montaña. El clima fue complicado. No es fácil correr ninguna distancia, pero gran parte de los que arrancan una carrera así, no logran terminarla. Para Miguel Manríquez rendirse no es una opción, parece, y por ese motivo llegó agotado pero feliz y tuvo tiempo de hablar, reírse y contar algunas cosas de la carrera, todavía con fuerzas encima.
Miguel Manríquez fue sin duda, una de las grandes figuras de Patagonia Run 2019. Un ejemplo a seguir y también alguien de quien aprender mucho. Como corredor y como persona. A no rendirse nunca, a no bajar los brazos y a no dejar nunca de pensar en los demás durante el camino.