Mi primera carrera internacional fue Tadworth 10. Estaba viajando a Londres por primera vez en mi vida y me metí en internet para ver si entre el 25 de diciembre y el 3 enero había algo para correr, un vicio de runner. Encontré varias, pero todas tenían complicaciones logísticas que no me daban buena espina. Excepto una: Tadworth 10. Esta carrera se realiza todos los años en Tattenham Corner, Epsom Downs, Surrey. Es a una hora de tren desde Londres. Ese año hizo mucho pero mucho frío. Yo calculaba que una carrera en las afueras iba a ser aun más fría, pero confieso que nunca más volví a correr con la temperatura con la que corrí ese día. Me tomé el tren en horario desde London Bridge Station a Tattenham Corner. No pretendía esa mañana más que divertirme y conocer un lugar. Bajé del tren, era la última estación del recorrido, y me dirigí al hipódromo donde estaba la base de la carrera. Me dirigí a la base, retiré mi número y me fui a cambiar al vestuario que era el vestuario de los jockeys del hipódromo. De esta clase de particularidades también están hechas las carrera lejos de casa. El hipódromo, muy lindo y espectacular, es abierto. Es decir que luego de la base, con la tribuna, los palcos y los vestuarios, todo lo demás tiene libre acceso. El frío era terrible. Confieso que nunca corrí tan abrigado como ese día. Estaba muy lejos de casa y no quería arriesgarme. Hoy no correría ni loco con tanto abrigo. En Londres la temperatura era de 10º bajo cero, en la carrera creo que se puede calcular unos 5 grados menos. Entré en calor, pero me distraía todo el mundo de esa carrera de pueblo, llena de running teams locales. La partida es con una raya en medio de un camino, cuesta arriba, pero aun no mucho, y una chicharra que suena da la partida. Hay chips para correr, pero no hay arco de salida ni nada de eso. Salí con todos, subiendo un poco, por camino de tierra y saliendo del hipódromo pero aun en terreno de paso de caballos. Entramos más adelante en un sendero camino de tierra primero y asfalto después, todo en subida. Es importante decir que el nombre Tadworth 10 no se refiere a 10 kilómetros sino más bien a 10 millas, es decir, 16 Km. Después de una milla subiendo, esa cuesta parecía no tener fin. El frío dolía, las cuestas eran duras. Luego se entra al pueblo, una parte realmente linda, se recorren sus calles y un pequeño lago. Lo subido, por suerte, se baja. Luego otra vez sendero y bosque, más campo, subir una vez más. La última subida de la primera mitad es dura. En el kilómetro 8 se vuelve a pasar cerca de la salida y se comienza a recorrer el mismo camino. No podía creer tener que pasar esa cuesta de más de un milla una vez más. Había hidratación, claro, era agua casi congelada. Terminada la segunda vuelta, sentía que mi paladar se había escoriado por respirar con la boca abierta con tanto frío. Pero llegué a la meta, un pequeño arco donde una banda tocaba música y nos recibían con aplausos y un regalo para cada corredor. Un señor que venía detrás mío se me acercó y me dijo: “Well Done!”, la frase más común entre corredores allá, descubrí con las carreras. Estaba contento. Me encantó esa pequeña carrera y aconsejo buscar esta clase de desafíos cuando uno se va de vacaciones. 16 kilómetros no afectan tanto nuestro viaje ni nos agota a un nivel que merezca días de descanso. Nunca más volví a correr con tanto frío, ni siquiera esa misma carrera dos años después.