Más de treinta ciudades del mundo, cinco continentes, todos saliendo a la misma ahora compitiendo en una misma carrera: Wings For Life World Run. Participé porque era una carrera totalmente solidaria para ayudar a una causa concreta: apoyar la investigación para la cura de las lesiones de médula espinal. Pero me encontré además con una experiencia inolvidable. Salimos los corredores desde el centro de Pinamar. Todavía era de noche, pero todos tenían una sonrisa. Leonardo Malgor, legendario atleta de elite y entrenador, estaba ahí en la largada, junto a su esposa. Marcos Patronelli también participó del evento junto con muchos otros que decidieron apoyar a la causa. Imagen una largada pensando en todas las ciudades que partían con nosotros. Bajo la lluvia salimos y ya en la ruta empezó a amanecer. En menos de un kilómetro estaba corriendo completamente solo, bajo esa llovizna y con mucha niebla. Solo veía un poco de campo alrededor mío, mientras lo único que escuchaba eran mis pasos sobre el asfalto. Veinte kilómetros completos corrí así, solo como jamás había corrido solo en calle. El nivel de introspección que alcancé fue increíble. Luego de la euforia y el esfuerzo del maratón de Boston, donde hice 2 horas 57 minutos y 17 segundos, necesitaba reencontrarme conmigo y la libertad absoluta de correr. Sin importar el reloj, sin preocuparme por la llegada. Cada paso que di fue eso, un viaje hacia mi propio interior y la certeza de que amo correr como nada en este mundo. Mi entrenador Marcelo Perotti me dijo que solo corra 21 Km, por la cercanía del maratón. Y eso hice. En el 21 paré el Garmin y miré para atrás. No había corredores cerca y llovía todavía, así que troté muy suave unos kilómetros más hasta un puesto de hidratación. Ahí esperé al Catcher Car. No hay forma de explicarles lo divertido que fue ese momento. Cuando el auto pasaba a los corredores, estos quedaban eliminados de la carrera. Así seguía avanzando el Catcher Cara hasta que solo quedaban un hombre y una mujer, los ganadores de Wings For Life World Run 2014. Claro, cuando apareció el auto esperé a que estuviera cerca y corrí rápido, fue muy gracioso. No hubo un solo corredor que no terminara la carrera con una sonrisa, aplaudiendo y finalmente riéndose. Corrimos para ayudar, corrimos para divertirnos, corrimos porque amamos correr. El hombre que ganó fue Ignacio Ilarregui (57.08 Km) y la mujer Laura Gordiola (36.56 Km) El año que viene podrán elegir en que ciudad del mundo corren esta misma carrera. Estoy seguro de que Argentina será un éxito, porque no hubo un solo corredor que no volviera de Pinamar con una sonrisa de oreja a oreja. Nos vemos en el 2015, World Run!